miércoles, 9 de octubre de 2013

Los colores del otoño

Una de las características que por lo general está inscrita dentro de lo que suelen decir que define parte de la personalidad de El Andarin es lo que yo denominaría la Improvisación planificada. Imagino que ya pensarán en donde habré rebuscado semejante expresión. Los diccionarios no tienen nada que ver en ello, tampoco "el pana google". Me he inventado el término buscando darle nombre a una situación que me suele ser habitual y que no sabía como definir. Pero es muy simple, quizás fácilmente deducible.
 
En la mañana del 08 de Octubre se me pasó por la mente aprovechar que las lloviznas otoñales y la nubosidad nos dan un respiro y que el clima está suave y muy agradable. Así que por la tarde sería una buena ocasión para salir cámara en mano y dejarme sorprender  y ver que imágenes podría captar aprovechando que estamos prácticamente en el inicio del otoño. Eso era lo unico planificado. El resto, improvisado. Comencé en la Puerta del Sol, punto emblemático de Madrid que a las 17:00 tenía escaso movimiento, el sol picaba un poco y los artistas que trabajan como "esculturas vivientes" estaban tomando un descanso refugiados bajo la sombras de las estatuas de la plaza donde la escasez de transeúntes y su natural bullicio era suplido por el sonido de martillos y pistoletes de las reformas que se ejecutan en el edificio conocido como Tio Pepe. Salgo de la plaza andando dirección Calle Alcalá pensando que un buen lugar para presenciar el atardecer es el Parque El Retiro. Entro en el número 31 de la calle Alcalá a ver una exposición del fotógrafo alemán Thomas Ruff. Si bien hay para todos los gustos, algunas fotos me agradaron por lo conseguido con mucho trabajo técnico, con otras, sin embargo, no conseguí ese feeling que me llenase. Seguí caminando tranquilmente en medio de una actividad relativamente escasa por las aceras de La Gran Vía hasta donde está la estatua de La Cibeles  protegida y vallada. Supongo que por el desfile del 12 de Octubre y no por el triunfo del Real Madrid baloncesto ante el Barcelona en la final de la supercopa de basket español.
 

rEnseguida llego a El Retiro, ese  hermoso pulmón natural  madrileño de casi 120 hectáreas que en su interior mantiene una constante y muy diversa actividad casi a toda hora. Es un parque que me gusta mucho, en el que he estado cientos de veces en muy variadas actividades y diferentes épocas del año encontrando siempre un nuevo detalle que me hace sentir econfortado de haber estado alli. Al entrar por la Puerta de la Independencia, mejor conocida como la Puerta de Alcalá me cruzo con corredores entrenando, padres con sus hijos pequeños, personas mayores de paseo, transeúntes nacionales y turistas, todos queriendo disfrutar un rato en este bello lugar. Y nada más entrar me sorprenden los contrastantes colores de algunos árboles con sus hojas ya color rojizo junto a otros aún verdosos dando cobijo y sombra a los senderos que entre ellos discurren, también ver el juego de luces y sombras  que avivan los colores de caminerías y muros bajo un hermoso cielo azulado. Durante varios minutos me quedo  maravillado contemplando el paisaje de entrada al parque.

A medida que voy avanzando en dirección al estanque, lugar de gran atractivo turístico pero también predilecto de personas que quieren contemplar una puesta de sol en un ambiente muy especial, comienzo a ver escenas que no escaparán de la ágil comunicación entre la vista y las manos para poner al cámara en posición y capturar el momento. En la mayoría de las escenas aprecio a  personas en estado de relax y satisfacción, unas al sol, otras a la sombra. Curiosamente he ido apreciando las escenas una vez vistas las fotos en casa pues básicamente buscaba ángulos e imágenes de colores contrastantes muy típicas del otoño más no personas.
 
 

En vista de que en varias ocasiones he estado frente al estanque, también en sesión relax, y visto allí algunos atardeceres, decido seguir adelante y recorrer otras instancias del parque. Paso por Casa de Vacas, luego por el Palacio de Velázquez y llego hasta el Palacio de Cristal, edificación levantada en 1887, al igual que el lago que está frente a el, como una especie de invernadero para una exposición de flores filipinas. Es un lugar del parque en el que no había estado aunque si había visto interesantes fotos. A la hora que llego ya el sol se encuentra detrás del palacio, las hojas y ramas de los árboles que están del lado de atrás permiten que por instantes el sol pase entre ellos dando orígen a interesnates imagenes.
 
 

Mientras estoy contemplando el palacio desde el otro lado del lago, sacando algunas fotos y dando tiempo a que el sol baje y pueda producir efectos lumínicos aún más interesantes, observo escenas agradables. Detrás mío, a unos 6 o 7 metros, una pareja conversa, sentados en un banco a la sombra de los árboles, sobre la imagen que ven del lago y el palacio. A la izquierda, sentados en el césped varias personas, solas cada una de ellas, se muestran abstraidos viendo como el sol pasa por entre las hojas de los árboles e ilumina los cristales dejando tonalidades en tonos amarillo - dorado sobre su superficie. La concentración en el momento es interrumpida por un penetrante olor que nada tiene que ver con los árboles, las hojas, el olor de tierra semihumeda o el césped. Percibo por el rabillo del ojo un poco de humo y al voltear veo que una persona en bici ha parado junto a mi a mirar el palacio de cristal mientras da una calada tras otra a su pitillo de marihuana. Afortunadamente, segundos después se coloca su pitillo en la boca y se aleja pedaleando dejándonos nuevamente sumidos cada quien en nuestra interioridad.
 
Varias personas se colocan cerca de donde estoy para captar las imágenes bien con cámaras o bien con sus teléfonos, algunos de los cuales permiten tomar fotos con bastante buena resolución. Había un grupo que parecían ser Hindúes guiados por dos chicas españolas y posan con el Palacio de Cristal de fondo en pleno atardecer, una imagen que seguramente les traerá buenos recuerdos cuando esten en su lugar habitual. Entretanto, doy tiempo a que el sol vaya bajando en la confianza de que habrá aún mejores imágenes, al menos con otro colorido.
 
Como observo que tras el palacio de cristal el cielo comienza a mostrar tonalidades más brillantes e incluso en tonos ya algo rojizos, decido acercarme hasta el estanque y tomar allí algunas fotos mientras dura el proceso del atardecer. Al llegar al monumento de Alfonso XII se ve a personas como ensimismadas, extasiadas contemplando el espectáculo que nos regala la naturaleza. Hay parejas, familias, pero también personas solas, quizás mas que solas es que están consigo mismo sin necesidad de estar conversando con alguin más, simplemente disfrutando y sientiendo. Me cuento dentro de este último grupo. Voy sacando algunas fotos pero opto por sentarme en la parte baja de las escalinatas, casi a orilla del estanque y contemplar el atardecer a ras del agua, viendo a quienes aún pasean en las barcas alquiladas y también a los que reman en piraguas. Y, de pronto, me quedo extasiado al ver el color del atardecer reflejado en el agua, éxtasis del que salgo un instante para poder inomrtalizar el momento con la cámara y tomar la foto entre los parales de la reja que nos separa del estanque. Sé que ese instante ya no volverá, los habrá parecidos pero ese no volverá. Me queda la satisfacción de haber podido estar ahí ese día, a esa hora, en ese instante para ver el espectáculo.
 
 
 
 
Decido regresar al Palacio de Cristal a ver que imágenes podría obtener con la aparición de la noche. Cuando regreso al lugar donde estaba anteriormente encuentro a un señor ácompañado de su perro, un terrier negro, tomando fotos con trípode pues estaba utilizando tiempos de exposición largos (para absorber mas luminosidad en la semioscuridad) y requería estabilidad para evitar fotos movidas. Como yo no tenía trípode utilizada la reja, cuya superficie es recta, como punto de apoyo y poder tomar las fotos. Sin embargo, no podía usar tiempos de exposición tan largos como los del "vecino". Aún así, me gustó lo visto y lo obtenido con el añadido de que para ese momento ya nos acompañaba la luna y se convertía en otra protagonista de las imágenes.
 
 

 

Ojalá sea capaz de transmitir en pocas líneas y a través de las impagenes las sensaciones percibidas en una maravillosa tarde otoñal en el parque El Retiro.